Son las 6:04 AM y estoy saliendo de casa esperando en el tapón. Las niñas están dormidas. Yo voy mirando un horizonte de neumáticos con ojos que me dicen “detente”. En mi mente voy haciendo un resumen de tareas que debo hacer, y me sumerjo buscando un orden de prioridades para tratar de sobrevivir en esta vida de múltiples sombreros.
En ese proceso de pensamientos nefastos y desesperantes, me ubico en un análisis existencial entre los planes y lo que la vida te va regalando por cuestión de aprendizajes y experiencias. Como dice mi madre: “Dios tiene un propósito contigo”. Pero eso, la verdad, a veces me saca por el techo.
En el tapón infernal —gracias a las logísticas de planificación de mi gobierno— es obvio desviarme de mi enfoque y cagarme en la madre de todo el que se me atraviesa de frente. ¡Pura puertorriqueñidad! Entre jinglesde programas que parecen canciones, y el cambia cambia de estaciones de radio para encontrar algo con sustancia, trato de ir pendiente a la ruta para no despistarme. De pronto me encuentro masticando chicle, pero no un chicle cualquiera. Mastico entre el tráfico, las metas y mis sueños… mastico el chicle esperando un “momentum”.
Sí, un “momentum” de esos que te permite ser así como “The Greatest Showman”… porque solo necesitamos una idea, ejecutarla bien y luego multiplicarla. “Harry Potter”, “Hamilton”, “Lord of the Ring”, “Star Wars”, Disney… Solo hace falta una idea.
Pero así sigue uno, no solo en el tapón de Puerto Rico, si no en el día a día. Te la pasas esperando esa idea, ese “momentum”, mientras masticas chicle por la vida.Confieso que quise llegar a las Olimpiadas 2004 pero, por decisiones ajenas a mi voluntad, mi sueño se quebró. Pero ese mismo año tuve el privilegio de ser madre.
Estudié comunicaciones porque me encanta el teatro, las películas y la televisión. Soñaba con trabajar producción. Pero la vida me llevó a trabajar en el mundo de la publicidad y las relaciones públicas, experimentando así —de vez en cuando— el drama y la ficción como parte de la vida real.
Quise ser bailarina, pero en mi casa el cerdito no daba para tanto. Éramos tres solecitos y había que cogerlo suave. Tampoco seguí los pasos de mi padre artista porque soy una pachosa. Pero, por eso de que hay que desarrollarse en algo, viví el deporte. Lo practiqué, representé a mi país en competencias internacionales, y luego me convertí en entrenadora y juez de natación artística.
Y así va uno, viviendo un balance entre lo que se quiere hacer, lo que se logra y lo que la vida te impone. Es puro maquiavelismo. A veces somos como muñecos de trapo de la vida, y cualquiera se confunde tratando de entender su “propósito”.
Entonces, entendiendo el léxico humano vs la voluntad de la acción. Lo que me lleva a pensar que hay algo parecido a un Dark Side que nos rodea y que no nos permite cambiar el mundo ni los factores que se nos imponen. Tienes que actuar alrededor de ellos. Pero en ocasiones, somos tan inconformes, que podemos tener todo el dinero del mundo, el trabajo más de la madre o la pareja perfecta, y aún así nos atrevemos a decir “I’m not happy”.
So, what we gonna do? Pues nada, men. Porque es tu cerebro que te fastidia la existencia para que pidas más… te truquea bien duro. La realidad es que tenemos control sobre nuestras metas hasta un punto. Lo demás depende de ese Dark Side, que también nos enseña que esa no es la meta, pero que todavía estás en el camino masticando el con ese chicle.
Por lo tanto, desesperarse o frustrarse por lo que no has logrado o por lo que pasa a tu alrededor no es la que es. Lo que has hecho en el proceso y el impacto causado es lo que cuenta. No puedes controlar lo que pasa, pero sí lo que decides.
Queremos sentirnos completos y hay que evolucionar (algo que nuestra idiosincrasia gubernamental, a veces las familias, amigos y sociedad, lo piensan pero no lo hacen). Así que desintoxícate un momento de la manipulación social, y ubícate en tiempo y espacio. Al menos yo comencé a preguntarme tres cosas antes de tomar cada decisión: ¿Esto añade valor a mi vida? ¿Será útil en mi travesía? ¿Esto me promueve una nueva aventura? El resto lo haces tú. El “momentum” solo lo haces tú. Más nadie. Así que, mi amigo, te recomiendo que si te sientes que no vas para ningún lado, es hora de cambiar el chicle aunque la marca sea tu favorita.